Su madre comentó que ese día, la menor fue a la casa del chacal porque su tía la invitó a jugar con su prima y mirar tele. Ella accede. Pero, tras el abuso, a la mañana siguiente no quiso desayunar ni comer la comida. La tía llama a la madre para que la venga a buscar. Comenzó a tener comportamientos cerrados, y la madre la notaba raro, hasta que en esa madrugada le contó lo de la violación. Quedó completamente traumada.
Con respecto al suceso del lunes 28 por la madrugada, ella comentó que horas atrás, mientras estaban en el hospital, Rodríguez se enteró de la violación y le negó por teléfono la acusación, aunque reconoció que 'le tocó la cola dormido'. El intentó aclarar las cosas (aunque oscurecía) delante de ella, pero no lo quiere ni ver. Algunos familiares comenzaron a creerle y ratificar los dichos de la niña. Uno de sus hermanos lo vio a él con la nena durmiendo. Entonces esa noche, ya lunes, algunos jóvenes del barrio y parientes de la joven madre arrojaron piedras hacia la casa y prendieron fuego un auto que, tiempo después, se comprobó que no era del monstruo. Rodríguez escapó en bicicleta, pero el padre de la menor lo alcanzó y lo golpeó. Quedó internado en un hospital y los policías prometieron que, cuando apenas tenga el alta, iba a quedar preso. No cumplieron. Salió libre, aunque comprobaron que tenía alcohol en sangre. Después de que él escapara, ella intentó parar a la turba enceguecida con sed de justicia, pero no tuvo suerte porque querían incendiar la casa y atacar a su tía por ser cómplice del abuso. En ese momento llegó la policía y controló a los manifestantes.
Después de ese martes, la suerte comenzó a ser diferente. El abusador pasó de ser victimario a víctima, y la madre comenzó a ser señalada por 'inventar la historia para quedarse con la casa de sus tíos'. Parte de sus hermanos salieron a defender a Rodríguez, y a responsabilizarla de los daños que causaron esa madrugada. Es más, llegaron a amenazarla y escracharla por redes sociales, y uno de los hijos que está preso en un penal le mandó un audio amenazante.
Ella nos contó que Juan no es un angelito: vive borracho, vivía amenazando con matar a sus abuelos, incendiar la casa, tiene un carácter descontrolado, y le pegó a ella sin motivos cuando era chica. La única vez que estuvo preso fue cuando le pegó a un policía durante una situación de descontrol en el barrio. También agregó que no es la primera vez que Rodríguez cometió un estupro: años atrás llegó a abusar sexualmente a otra de sus sobrinas casi de la misma forma que lo hizo a la nena AA.
Lo único que pide NR es justicia para su hija y que el abusador termine preso. Pero para ello está atravesando un camino burocrático. Denuncia que en el juzgado de Quilmes y en la fiscalía le tardan en dar la restricción contra Juan Rodríguez, y que en ningún momento la llamaron para hacerle estudios de cámara Gesell a la nena ni para que tenga cita con una psicóloga. Ella acudió al CIPAV (Centro Integral de Prevención y Asistencia a la Víctima) de Berazategui para que la atienda una psicóloga: le dieron turno para el 19 de enero. Ella nunca pensó que en la fiscalía le iban a decir que iba a ser un proceso que duraría dos años. Le dieron turno hasta para pedir un botón antipánico. Literalmente, la mujer quedó a la deriva ante la inacción de la justicia, y lo peor, en un caso de abuso sexual, y lo peor, contra una menor, y mujer. Esto no merece quedar así.