Según lo que se pudo saber, en la madrugada del 25 de diciembre, en pleno festejo por la Navidad, los hijos de Juan Manuel Lozada Castro, peruano, de 47 años, lo saludaron y conversaron con él por teléfono y a través de mensajes. A partir de ese día, no supieron nada más de él. Las sospechas de su familia comenzaron el mismo viernes pasado, cuando sus hijos y hermanos comenzaron a intentar ubicarlo sin éxito. Ante esa situación, un hermano de Lozada, de 43 años, se dirigió hasta la casa. Allí estaba Leonor Melina Herrera (39), que se resistió a denunciar su desaparición. Ella sabía (por dentro) que lo mató. Desde afuera del inmueble, sin embargo, el hombre vio algo que le llamó la atención: en el patio de la casa había un pozo con tierra removida y cal.
Temiendo lo peor, el hombre dio aviso a la policía y la fiscal Silvia Borrone, a cargo de la UFI Nº 4 de Berazategui, dispuso un allanamiento de urgencia en la propiedad. Cuando los efectivos llegaron a la casa, la mujer de 39 años rompió en llanto y confesó a los agentes que había matado a su marido y lo había enterrado en el patio. Desde esa confesión, personal de Policía Científica y un equipo de Bomberos fueron a la vivienda, comenzaron con tareas de remoción y, bajo la tierra y la cal, encontraron el cadáver de Lozada Castro envuelto en una bolsa de lona.
El cuerpo de “Nino”, como era conocido por sus amigos, fue retirado de inmediato cerca de las 17 horas y trasladado a la morgue judicial para la realización de la autopsia. De acuerdo a los primeros datos del informe forense y el análisis de los peritos que extrajeron el cuerpo, los investigadores creen que el hombre fue asesinado a puñaladas.
Herrera, que estaba en pareja desde hacía cinco años con la víctima, será indagada hoy por la fiscal Borrone por el delito de homicidio simple, aunque no se descarta un agravamiento en la imputación. Su confesión ante los policías, en tanto, tendrá valor judicial en tanto y en cuanto la respalde en su declaración. Sofía, una de las hijas de la víctima, contó que su padre y la asesina tenían una relación violenta, pero que “nunca pensó que ella era capaz de hacer algo así”. Además, la joven aseguró que el hijo de Herrera es cómplice del crimen. Señalan a este chico, AC, de 17 años como uno de los coautores y quien ayudó, junto con un posible tercero a armar esa tumba improvisada.
