[INFORME ESPECIAL] A menos de un mes de la detención de Heber Terranova, el sujeto de 28 años que tenía en Hudson una peluquería como pantalla para la venta de drogas, su ex pareja, y madre de B. un chico de 12 años, profundizó su reclamo para que pueda recuperarlo. Lilia vive en el barrio Marítimo, es tarotista y productora radial. Durante su adolescencia (tenían 15 años) fue pareja de Heber, y vivió un infierno en donde sufría violencia de género cada vez que él se drogaba (era adicto a las drogas), la engañaba con otras y hasta intentó prostituirla con los dueños de un conocido boliche marplatense clausurado hace menos de diez años. Eso fue motivo suficiente para que ella decidiera terminar con la relación. Pero a los meses se enteró que estaba embarazada de él. Terranova la abandonó, no se hizo cargo del chico y negó ser su padre hasta los dos meses después de nacido. Ahí sintió ganas de conocerlo a B. y de querer retomar la relación con Lilia. Él prometió cambiar, dejar la droga y de ser violento con ella. Su suegro, para aprobar la relación, pidió que Heber se interne en una granja de rehabilitación. Él aceptó y su madre también, pero cuando ya estaban los papeles firmados para su internación, él desistió y volvió a ser el de antes. La violencia, la drogadicción y el desamparo de sus suegros llevaron a que Lilia cayera en una depresión post-parto. Su padre la internó y le dieron la guardia provisoria del nene a Vanesa, la abuela paterna, con aval de la Justicia. Tras haber sido dada de alta cinco meses después, ella intentó volver a ver a su hijo, pero Vanesa se lo negó a ella y a la justicia alegando que el lugar donde vivía no estaba apto para el resguardo de B., entonces bebé. Eso sumado a que su padre sufrió un ACV que lo dejó paralítico. Desde ahí, y por ocho años, Lilia sólo veía al nene una vez por mes y cada vez que a su suegra se le antojaba, sin la posibilidad de tener contacto físico. Ni a ella ni a Claudio, abuelo paterno biológico. Ambos recibían amenazas de parte de ella y de Pablo, su pareja de ese entonces, conocido por maltratar a sus hijastros (hasta le hicieron a B. tratar de padres a ambos al hijo de Lilia y Heber). Esto motivó que Claudio se fuera a vivir a Italia. En 2017 muere el padre de Lilia y abuelo materno del chico. Tras su fallecimiento, Lilia tuvo que salir adelante por sí misma, haciendo cursos de tarot y abriendo una santería en la zona comercial de Marítimo y haciendo producción en radios regionales. Lograda la estabilidad económica, ella inicia acciones legales para recuperar la tenencia del nene. La jueza Jazmín Blanchiman, del Juzgado de Familia Nº1 de Quilmes, hizo lugar al pedido de Vanesa, la abuela del chico, para negarle régimen de visitas a Lilia alegando el artículo 12, donde el menor no otorga consentimiento para ver a su madre. De ahí su progenitora no se quedó de brazos cruzados y denunció ante la justicia la venta de drogas en la vivienda donde viven ellos, con Heber a la cabeza. Esto fue reincidencia, ya que él en 2017 estuvo preso por vender estupefacientes y se le otorgó prisión domiciliaria. Esto motivó que Lilia recibiera represalias de parte de los secuaces de Heber, donde le tiraron piedrazos a los vidrios de su vivienda, la acosaron y la amenazaran de muerte, tanto a ella como a los testigos que aportó, entre ellos una docente del colegio donde él va, en Gutiérrez (la amenazaron con dejarla sin trabajo). Con las pruebas aportadas, se allanó la vivienda de los Terranova Chazarreta el 1º de septiembre, donde se halló la droga y se detuvo a Heber. Él sigue preso en la comisaría 4ª de Hudson, y en los próximos días será trasladado a un penal. Pero el chico B. sigue viviendo en la casa de Vanesa, donde fue allanada y se halló las evidencias del narcomenudeo. Hasta ahora la causa por la restitución del menor a su madre permanece en cámara de jueces del mencionado juzgado. Solo falta que la justicia falle a favor de Lilia para que B. salga del infierno que su progenitora supo vivir.
